sábado, 24 de noviembre de 2012

Todo por una taza de café: Así nació la webcam

El dispositivo que revolucionó la comunicación entre personas de distintas partes del mundo fue inventado en 1993 por alumnos de Cambridge que sólo querían tomar café caliente.

Agencias / InfoBae
   
Las webcams fueron claves para la revolución que generó las teleconferencias y transmisiones en vivo que conectan todo el mundo a través de la red.

Sin embargo, quienes crearon ese dispositivo no buscaban ese objetivo sino que solamente querían controlar algo que ellos consideraban esencial para su trabajo: que el café esté caliente.

Según un artículo de BBC, la cafetera era indispensable para un equipo de fanáticos de la tecnología que en ese entonces trabajaba en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

“Una de las cosas muy importantes entre los investigadores de ciencia computacional es un constante flujo de cafeína”, explicó el Dr Quentin Stafford-Fraser, quien junto al Dr Paul Jardetzky, inventó la primer webcam de la historia para ver una cafetera.

La cámara tomaba imágenes tres veces por minuto. Diseñaron un programa que les permitía a los miembros del departamento ver la secuencia desde su red interna de computadoras.

El objetivo era no tener que moverse físicamente para evitar el disgusto de encontrar la jarra vacía.

Pero no fue hasta el 22 de noviembre de 1993 que esa cámara despegó hacia la Internet. El Dr Martyn Johnson investigaba sobre las posibilidades de la red y analizando el código del servidor consiguió imitar el sistema de vigilancia de la cafetera.

“Simplemente copié la imagen más reciente al receptor donde fuera que estaba ubicado”, explicó Johnson.

Allí estaban las borrosas diapositivas de una cafetera de una jarra de café, llena o vacía, en el laboratorio Troyano de la Universidad de Cambridge.

En poco tiempo, millones de entusiastas de la tecnología pudieron ver desde todas partes del mundo las primeras imágenes transmitidas a través de Internet.

Diez años más tarde, a pesar de las quejas de los nostálgicos, los científicos decidieron desconectar la emisión.

La última imagen que se pudo ver es la de los responsables apretando el botón de apagado.

La cafetera se subastó en un portal web por 5.345 dólares y fue comprada por la revista alemana Der Spiegel, que devolvió a la cafetera a su actividad normal.

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